Laxeiro, en una entrevista en la prensa, confesó que había querido ser músico, de lo que desistió, al recibir una fenomenal paliza, que le pegó su padre por abandonar seis vacas en el prado, que se metieron en una huerta y comieron todas las berzas, para ir a un pueblo cercano en busca del director de una charanga a ocho kilómetros, para que le diera clases de música. Don Ramón María Aller le proporcionó los primeros útiles artísticos para empezar a pintar en el Hospitalillo.
Laxeiro fue un niño de la emigración, a los 13 años, reclamado por su padre, con su madre y un hermano marchó a Cuba para unirse con él, vivió en la ciudad de la Habana hasta los 17 años, donde tuvo varios oficios, trabajó como pinche en una mantequería, según su padre, para sujetarlo porque era un “rillote” revolucionario, después entró a trabajar con un pintor de vallas, un publicista, ganando cinco dólares diarios en la casa “Ballesteros y Compañía” decoradora de las casas del gobierno y casas ilustres y fue entonces cuando empezó a asistir a clases de dibujo, en la “Escuela Concepción Arenal”, asociada al Centro Gallego de la Habana.
Una faceta entrañable de la vida de Laxeiro, que quisiera resaltar, fue su amistad con Ramón María Aller Ulloa y Enrique Vidal Abascal, a los que conoció ya en sus comienzos en Lalín, cuando cobraba diez duros por un retrato, ambos convivieron y sintieron encenderse entre ellos la llama de la amistad, como lo prueba la intensa comunicación personal y escrita entre ambos: cartas, postales, tarjetas, etc.; como ejemplo de ello trascribo una cariñosa carta escrita por Laxeiro de su propio puño y letra que le envió a Enrique Vidal Abascal, desde Buenos Aires, como prueba de su aprecio y amistad, centrándose en su faceta de pintor, que era lo que les unía.
Muy interesante
ResponderEliminar